La feria de arte contemporáneo ARCO cumplió en esta edición 35 años. Después de acudir casi cada año a la cita de un evento que nacio en los ochenta como un icono de la movida madrileña, que se ha desarrollado en distintos escenarios y después de repasar los actos culturales relacionados con el arte que tuvieron lugar al mismo tiempo en Madrid y alrededores, se hace patente uno de los logros más contundentes de la feria: servir de catalizador para atraer personas, eventos, exposiciones, conferencias, nuevas ferias, actividades lúdicas etc. relacionadas con el arte contemporáneo, porque Arco sigue estando en el centro de la movida.
En cada temporada han ido consolidándose, hasta hacerse costumbre en las programaciones de distintas instituciones el hacer coincidir nuevos programas expositivos y agendas culturales con la semana de Arco, además de crearse nuevas ferias paralelas y alternativas (Art-Madrid, JustMad, Flecha, RoomArtFair, etc.), por si fuera poco, con motivo de sus 35 años Arco amplió sus espacios expositivos fuera de IFEMA con intervenciones en distintos museos de la capital, así pues era difícil dar un paso en Madrid sin tropezarse con algún evento artístico.
Se ha criticado que la feria no ha sabido expandirse con ambición a otros territorios, como si lo ha hecho la suiza ArtBasel, para afianzarse como una de las grandes del mercado internacional, es posible que haya sido así pero no cabe duda de que ha habido intención en atraer al público extranjero con, por ejemplo los programas dedicados a países que se han celebrado hasta el 2015, creo que con mucho interés para el visitante, además de la mirada constante hacia Iberoamérica este año también se abrirá una nueva edición de Arco en Lisboa... Pero por encima de todo parece que el mercado funciona, cosa que no hay que olvidar, pasados los espejismos y los fastos de los múltiples apoyos institucionales (hubo una edición con un pabellón extra dedicado en exclusiva a stands de distintos organismos autonómicos y locales) las galerías venden y en general el mercado parece satisfecho, se ha impuesto su ley y sólo funciona lo que funciona.
Entre tanto uno constata el total eclecticismo del arte contemporáneo, quizá hay menos vídeo y menos instalación y performance, y más producto tangible como pintura, escultura, fotografía... Realismo pero también abstracción, minimalismo y manierismo conviven en una amalgama de sensaciones visuales, conceptuales y cromáticas difíciles de soportar en una sóla jornada. El ojo no para de mirar ante tanta sensación y los músculos se resienten, la tensión ocular es inevitablemente elevada.