lunes, 29 de junio de 2015
Gottfried Honegger, retrospectiva en el Centre Pompidou
Gottfried Honegger sigue siendo un artista poco conocido. El homenaje que le rinde el Centre Pompidou contribuye, insistiendo en la génesis y el desarrollo de los «cuadros-relieve», a sacar su trayectoria artística a la luz. Poca gente sabe que el artista y su esposa, Sybil Albers, figuran entre los grandes donadores de las colecciones públicas francesas en materia de arte moderno y contemporáneo. Su colección — quinientas cincuenta obras donadas al Estado—, que reúne a artistas de las vanguardias y del arte abstracto, se conserva desde 1990 en el Espace de l'Art Concret de Mouans-Sartoux, en el sureste de Francia.
Gottfried Honegger tiene hoy 97 años. Esta relevante figura del arte concreto empezó su carrera como diseñador gráfico en Zúrich. Durante su estancia en París en 1939 compone sus primeros paisajes y algunos retratos de estilo cubista. La Segunda Guerra Mundial interrumpe este impulso y, de regreso a Suiza, Honegger no reanudará su actividad artística hasta 1949. Cercano a los artistas concretos zuriqueses, a principios de los años 1950 empieza a pintar composiciones que mezclan geometría y referencias a la naturaleza. A partir de 1958, al viajar a Nueva York, conoce a los artistas del movimiento del expresionismo abstracto. También decide entonces dedicarse exclusivamente a su trabajo artístico. Honegger presenta en 1960, en la galería Martha Jackson de Nueva York, unas obras que anunciaban los Cuadros-relieve: monocromos rojos cuya superficie está animada por elementos geométricos repetitivos y finos, recubiertos de pintura acrílica. El mismo año, Gottfried Honegger se instala en París y entra en relación con Aurélie Nemours, Sonia Delaunay y Michel Seuphor, un importante historiador y crítico de arte abstracto. Fascinado por el libro del biólogo Jacques Monod, Le Hasard et la nécessité, Honegger se convierte, a partir de 1970, en uno de los primeros artistas en recurrir en Francia a la informática para realizar una serie de dibujos programados por ordenador. La idea de la programación inspira también la concepción de los Cuadros-relieve, de formato monumental. La distribución de los colores y las formas, módulo a módulo, también se deja al azar de los dados.
Desprovista de monotonía a pesar de su aspecto serial, esta producción permite al artista adoptar una gran variedad de puntos de vista. En los años 1980, aparecen dípticos, trípticos o pinturas con los bastidores partidos en dos, que dotan a la pared expositiva de una función estructuradora mediante un sutil desajuste. Desde los años 1990, los Cuadros-relieve —emancipados del plano del cuadro— se confrontan con el espacio en forma de relieves o de esculturas de metal pintado. Los Plegados, unos cilindros blancos cincelados con cortes desplegados en el espacio, constituyen la apoteosis de esta exposición, la de un artista con una trayectoria sensible y radical.
Más info:
https://www.centrepompidou.fr/cpv/ressource.action?param.id=FR_R-8bca9b8f8eb28a6e62dc4cfd3e457af1¶m.idSource=FR_E-8bca9b8f8eb28a6e62dc4cfd3e457af1¶m.seance=seance