8 de mayo de 2014 - 12 de octubre de 2014
Comisario: Alain D’Hooghe
Takeshi Shikama (1948) llegó tardíamente a la fotografía tras una
sobresaliente carrera como diseñador. Para realizar este determinante
cambio de trayectoria, fue necesario que se encontrara en una situación
insospechada. Cansado del tumulto de Tokio, decidió instalarse con su
esposa en una casita de madera construida por él mismo en las
proximidades de un bosque situado a unas dos horas al noreste de la
megalópolis. Talar árboles le impresionó profundamente y le permitió
comprender una ancestral creencia japonesa: durante siglos se veneró a
los árboles como divinidades que contenían el corazón y el alma de los
humanos.
Desde entonces Shikama ha consagrado la mayor parte de su vida a
fotografiar el bosque -los bosques-, donde transporta e instala su
pesada cámara de gran formato, dejándose guiar por los murmullos de un
mundo fuera del mundo, lo que él denomina “respiración silenciosa”.
Si durante mucho tiempo su país de origen fue su territorio predilecto,
posteriormente Shikama optó por ampliar su campo de investigación y
dirigir su mirada no solo a los parques naturales del oeste americano,
ya se tratara de Yosemite o los de la costa del Pacífico, sino también a
la isla de Skye, en la costa escocesa, o a sus “bosques urbanos”, como
el Central Park en Nueva York o el Jardín de Luxemburgo, en pleno
corazón de París.
Invitado por el MAC, y en el marco de esta exposición, Shikama salió en
búsqueda de algunos de los paisajes más emblemáticos de Galicia,
integrando las vistas de los bosques autóctonos y de la Costa da Morte a
su obra.
Para Shikama la captura de la imagen es la fase inicial que conduce al
auténtico objeto fotográfico y, por ello, concede una importancia y un
cuidado particulares a todas las etapas del proceso que le guiarán hasta
el resultado final. Al optar por la cámara de gran formato, privilegia
la riqueza de detalles que ofrece el negativo de gran formato y, de la
misma manera, también prefiere positivar en platino-paladio con el fin
de dar cuerpo a los matices más sutiles registrados en la película.
Llevando cada vez más lejos su ansia de perfección y su deseo de
conseguir una armonía ideal entre la imagen y su soporte, recientemente
ha realizado pruebas sobre un papel tradicional japonés, el Gampi, que
se fabrica de manera artesanal y que él mismo imprime con emulsión de
platino. Los resultados son asombrosos: la imagen final parece vibrar en
suspensión, profunda y, paradójicamente, infinitamente ligera.
Por muchos aspectos, la obra de Takeshi Shikama es atemporal y consigue
reunir Oriente y Occidente. Impregnadas de la tradición pictórica de
Extremo Oriente, sus imágenes rebosan serenidad e invitan a la
contemplación, incluso a la meditación, al tiempo que hacen referencia
constante a la historia de la fotografía paisajística europea y
norteamericana, en particular a la de los pioneros del siglo XIX, de
Carleton Watkins a Eadweard Muybridge, pasando por Roger Fenton, Charles
Nègre e incluso Eugène Atget.
http://www.mac.gasnaturalfenosa.com/es/exposiciones/1297158164052/los+murmullos+de+bosque+takeshi+shikama.html