lunes, 25 de agosto de 2014

El ciclo solar de Yang Yu Hao


El ciclo solar de Yang Yu Hao
Hay una conexión espiritual entre el paisaje y el individuo, entre la naturaleza como entorno que supera y contiene la sociedad humana y el hombre que se siente pequeño en su contemplación y ante sus manifestaciones muchas veces incomprensibles.
En la historia de la pintura occidental el paisaje nace curiosamente como fondo de obras religiosas en el siglo XIII, donde los artistas como Giotto dejan hacer representaciones estereotipadas y pasan a observar y copiar directamente de la naturaleza. Desde ese momento fue adquiriendo poco a poco cada vez más relevancia, como decorado de escenas de otros géneros (como la pintura de historia o el retrato) hasta constituirse como género autónomo en la pintura holandesa del siglo XVII.
Pintores como Joachim Patinir componen obras mitológicas o religiosas dominadas por la representación realista de la naturaleza, hasta tal punto que dichas representaciones llegan a ser un pretexto para realizar pintura panorámica o geográfica de algún territorio real. Con el romanticismo (finales del XVIII, mediados del XIX) la pintura del paisaje se divide entre lo pintoresco y lo sublime. Otto Runge y Caspar David Friedrich son los máximos exponentes de una pintura filosófico-religiosa usando la representación de lo sublime en la naturaleza.
En la tradición pictórica china la “pintura de país”, el paisajismo es un género mucho más antiguo y valorado que en occidente, se desarrolla sobre todo a partir de la dinastía Tang (siglos VII a X) con la “escuela del color verde” y la “escuela de la tinta negra” y nace ya con un profundo sentido espiritual pues su motivo principal no era el territorio en sí, sino expresar la ideología taoísta y budista sobre la armonía entre el cielo y el hombre.
La pintura de Yang Yu Hao es heredera de esta tradición ya desde sus presupuestos teóricos pues se plantea la representación de los campos y las montañas de Sichuan con respecto a las 24 divisiones del Calendario de Ciclo Solar de la tradición agrícola china, busca conectar la variedad de matices del territorio con su paleta de óleos según el momento cronológico cósmico, como cósmica es su perspectiva, en la que pretende abarcar un territorio extenso, así en Bailu - El medio otoño (120 x 110 cm.) o en la obra del mismo formato Han-Lu el otoño de Sichuan el observador se sitúa en un punto lejano, distante, como flotando a una cierta altura, no hay nada en primer término, al igual que en pintores clásicos chinos como Zhang Zeduan, pero al contrario de éstos no hay dibujo con líneas que delimiten formas, sino que son sus brochazos y pinceladas de color los que construyen el territorio representado.
Su pintura con evidentes influencias del impresionismo en su técnica de pinceladas a veces casi puntillistas, en ocasiones tiende a una abstracción expresionista, con amplios trazos de brocha en cuadros como Xiaoshu - la armonía de las cigarras y los pinos (80x60 cm.) o en Qiufen - el sol es templado (120x110 cm.) y mucho más sobria de trazos, formas y colores en La primavera llega a Sichuan (80x60 cm.).
Sin embargo creemos que su obra está en plena evolución y quizá ganaría en intensidad si, como ocurre en ciertos momentos, no se obligase a ser fiel a los detalles del referente real, como si tuviese que hacer comprensible la composición para que se reconozcan e identifiquen sus formas como si de una postal se tratase. Magníficas obras como Chunfen - Soplando por los cerros (80x60 cm.) o Chushu – los días sin viento (120x110 cm.) donde aplica la pintura con generosidad superponiendo pinceladas con gran dinamismo, se ven un poco mermadas por cierta búsqueda de detalles supérfluos como los ladrillos de un muro, o las pequeñas pinceladas equidistantes y excesivamente meticulosas que dibujan las ventanas de algún edificio, rompiendo el ritmo vivo de los demás trazos de la composición.
El dibujo del que se libera en Dongzhi – La montaña (80x60 cm.) reaparece en El jardín antiguo en primavera (70x60 cm.) en el puente, el árbol y los edificios. Su obra se haya pues en un territorio intermedio del que quizá se libraría ampliando los formatos de sus lienzos o dando más espacio a la expresión y menos a la representación. En su caso quizá sería adecuado recordar aquellos principios taoistas:
Quien se aplica, se complica, quien se abandona, logra el don”
Para ser interpretado en el sentido de que es necesario buscar esa síntesis, esa sugerencia que resulta pictóricamente más efectiva. Desde luego el arte de Yang Yu Hao está muy avanzado en ese camino.
Alberto Varela Ferreiro
Versión en castellano del artículo publicado el 01.05.2014 en ChongqinYouth News.